Cuando se comienza una relación hay una de etapa de idealización en la que prácticamente sentimos que la persona que está a nuestro lado “es lo que siempre habíamos soñado. Con el paso del tiempo esto comienza a reducirse y bajamos de la nube rosa rodeada de corazoncitos para volver a poner los pies en la tierra, donde se ve a la pareja como realmente es.
En ese instante comenzamos a apreciar cuales son los gustos, preferencias, deseos y discordancias en que ambos chocamos. Ahí es cuando debemos regularizar el nivel de tolerancia, pues no podemos ceder en absolutamente todo, ni tampoco se puede ser TAAAAN egoísta para no adaptarse a nada.
A mi juicio hay que ceder en ocasiones en que nuestros principios, sueños, planes y proyectos no se dejen de lado, ya que posponer proyectos y sacrificar las bases de nuestra vida pasaría a llevar nuestro modo de ser. Sí hay que ceder en situaciones que se relacionan con caprichitos y detalles que uno tiene, que con frecuencia son los que impiden llevar una relación sana.
En sí no hay que ser terca, ni idiota. Simplemente hay que velar por la sanidad personal y de la pareja, ya que estar en una relación es tan lindo como complejo. Manteniendo siempre la confianza, la apertura a conversar y teniendo claro cuáles son las libertades que cada uno tiene se puede llegar a buen destino y finalmente ceder a favor de la relación.