Pimentón, sal y aceite para aliñarlo. (No pongo cantidades porque todo dependerá del tamaño y el origen del pulpo)
Preparación:
Como la carne de pulpo es muy dura, tenemos que conseguir ablandarla, y para ello se utilizan varias técnicas, la menos cansada es la de la congelación y descongelación. Ponemos el pulpo bien limpio en el congelador durante un mínimo de 24 horas.
Un día antes de cocinarlo, lo sacamos del congelador para que se descongele a temperatura ambiente, soltará los jugos y estará más blando.
Ponemos una olla con agua abundante a cocer. Pusimos unas hojitas de laurel y no añadimos nada de sal. Ahora viene el susto, si, porque además de ablandarlo como cuento arriba, también hay que asustarlo, y para ello hacemos lo siguiente: cuando el agua empieza a hervir introducimos el pulpo cogiéndolo por la cabeza, lo sacamos y volvemos a repetir la operación hasta tres veces. Esto lo hacemos para que una vez cocido no se pele y pierda la piel
A la tercera aguadilla que le damos, lo dejamos ya cocer en el agua. El tiempo dependerá siempre del tamaño del pulpo. Para que tengáis una idea, alrededor de 40 minutos a fuego fuerte.
Una vez sacado y escurrido, hay que dejarlo reposar 15 minutos antes de cortarlo en rodajas de un grosor aproximado de 1 cm. Lo mejor es agenciarse unas buenas tijeras para ello e intentar no quemarse.
En la misma agua donde se ha cocido el pulpo se cuecen las patatas; Cuando estén tiernas las sacamos, pelamos y cortamos en rodajas.
Colocar en un plato, primero las patatas, después el pulpo y por encima un puñado de sal, pimentón al gusto y aceite de oliva.